La culpa por la comida es muy común en personas que luchan con su peso. O que están en un proceso hacia una alimentación equilibrada. Si alguna vez te has encontrado reprendiéndote injustamente por lo que comiste o dejaste de comer, no estás solo. La culpa por comer es una experiencia común de millones de personas. Esto carcome la felicidad y el autoestima.
Es probable que hayas experimentado culpa por "comer más de lo debido” o “algo que no debías comer” alguna vez en tu vida. El sentimiento de culpa por la comida es muy común en nuestra sociedad. Especialmente si se ha estado haciendo dietas de forma intermitente durante años. Según diversos estudios académicos, casi un tercio de todos los alimentos que comemos nos hace sentir culpables.
Si bien la culpa y la vergüenza están relacionadas, no son idénticas. Por un lado, la culpa es el sentimiento de haber hecho algo malo. Por ejemplo, desviarse de una regla alimentaria que tú misma te impusiste. Mientras tanto, la vergüenza es más profunda y más personal. Se trata de una sensación de fallar como persona por no poder cumplir con tus expectativas de alimentación, peso o la apariencia corporal.
La culpa por comer es causada mayormente por la conciencia de ingerir alimentos no saludables. También que el alto contenido de azúcar y comer en exceso son las principales causas de los sentimientos de culpa.
Sentir culpa por la comida puede ser dañino para tu bienestar mental y emocional. Además, puede conducir a desórdenes alimenticios que son perjudiciales tanto para la salud física, como mental. Experimentar culpa después de comer impide disfrutar la vida y apreciar plenamente la comida y los muchos roles que tiene en nuestra vida.
En Folklórika creemos importante abordar el tema de la culpa y su relación con la comida. De esta manera cada quién podrá comenzar su proceso hacia una mejor relación con las cosas que come.
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En un nivel básico, la comida es combustible para nuestros cuerpos, pero no es tan simple. La comida juega un papel esencial en nuestra vida social. Como resultado, su preparación y consumo deben ser una experiencia placentera.
La culpa por comer proviene primordialmente de ser consciente de que ciertos alimentos no son saludables. Pero en una dieta balanceada hay lugar para la comida no saludable, así como para la saludable. Solo que en las proporciones correctas. Es decir, el elemento clave aquí es realmente mantener el equilibrio. Una dieta saludable incluirá alimentos de todos los grupos, con comidas nutritivas, incluso algunos de tus platillos y postres favoritos.
Los sentimientos de culpa que se puede estar experimentando en torno a la comida podrían ser indicio de cosas más importantes. Piensa en tu autoestima, confianza e influencias de otras personas. Por lo general, la relación con la comida se basa en nuestros hábitos alimenticios de cuando éramos niños. Esto incluye lo que comimos, lo que nos dijeron sobre lo que comíamos y la influencia de los modelos a seguir durante esa época.
Si mamá o papá siempre estaba haciendo dieta o etiquetando ciertos alimentos como malos o “prohibidos”, es probable que esto haya influido en cómo te sientes respecto a estos alimentos. Incluso de manera subconsciente. Para llegar al fondo de esto puedes dedicar un tiempo a reflexionar sobre tu relación con la comida. Tanto consciente como inconscientemente. O hablar con alguien cercano en quien confíes, pero de preferencia un profesional de la salud mental.
La culpa y la vergüenza nos desconectan de nuestras propias señales naturales o de la intuición. Por lo tanto, para combatirlas tenemos que reducir la velocidad y enfocarnos. Antes de dar un bocado o apresurarnos a ordenar algo, hay que hacer una pausa. Posteriormente respirar hondo varias veces, observando nuestras emociones y nivel de hambre. Una vez elegido el platillo y ya teniéndolo en frente es importante poner atención a la experiencia sensorial. Esto incluye colores, olores, texturas y sabores. No solo notaremos cuando estemos satisfechos. Con suerte, también nos daremos cuenta que podemos sentir placer y satisfacción al comer.
Cuando te enfocas en la experiencia de comer, en realidad sientes más placer y más satisfacción. Esto te permite tomar decisiones más conscientes.
Practicar una alimentación consciente es necesario para romper la asociación entre la comida y la culpa. La atención plena es una práctica que puede apoyarnos en todas las áreas de nuestras vidas. En el caso de nuestra relación con la comida no es diferente.
Comer de forma más consciente puede reducir esos momentos impulsivos en los que se come algo sin pensar. Tomarse un momento antes de comer puede ayudar a tomar conciencia de lo que está influyendo en nuestras elecciones alimentarias en ese momento. Entonces puede ser más fácil evaluar si estamos comiendo ese alimento por las razones correctas.
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